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La Visión del Más Allá es el tema de cuatro postigos que se conservan en el Palacio Ducal de Venecia, realizados por el pintor flamenco El Bosco, ejecutado en óleo sobre tabla. Cada uno de ellos mide 87 cm de alto por 40 cm de ancho.
Se cree que son los postigos laterales de un políptico perdido (según Tolnay, 1965), con los paneles laterales superpuestos, colocados el Paraíso terrenal y la Ascensión a la izquierda, uno sobre otro, y la Caída de los condenados y el Infierno a la derecha, también uno sobre otro. Se ha aventurado igualmente la hipótesis de que se tratara de dos pequeños trípticos relacionados entre sí. Entonces el Paraíso terrenal y la Ascensión al Empíreo enmarcarían una tabla central con el tema de la Resurrección de la carne; y la Caída de los condenados y el Infierno estarían a ambos lados de un Juicio Final.
Como el resto de obras del Bosco, no se sabe con certeza la fecha de realización. Tradicionalmente se datan en el periodo 1500-1504. La dendrocronología data la tabla hacia 1490 o después.
Se cree que son las tablas (las llama lienzos) que Marcantonio Michiel menciona, en su Notizia d'opere del disegno (1521) en la colección veneciana del cardenal Domenico Grimani.
Los temas de los postigos son:
Hombres y mujeres, acompañados por ángeles, miran hacia la fuente de la vida que está en lo alto de una colina.
En esta tabla las almas están sostenidas por ángeles que las conducen hacia la luz divina a través de un pasaje cilíndrico, más allá del cual deben proseguir solos, quizá aquí el artista se refiere a una frase de El casamiento espiritual de Jan van Ruysbroeck, en el que habla de la irradiación de Dios como un abismo inmenso de luz esencial. Es todo un hallazgo esa entrada a través de un cilindro de franjas concéntricas, tomado quizás de la tradición de las miniaturas de la Baja Edad Media, según Baldass.
Es una pintura muy oscura, en la que sólo algunos bordes levemente iluminados dejan entrever los contornos de las figuras. Los condenados se hunden, caen, en las tinieblas.
A diferencia de otros infiernos representados por el Bosco en las tablas derechas de sus trípticos más conocidos (Juicio Final de Viena, el Jardín de las Delicias, el Carro del Heno) no hay aquí multitud de demonios atormentando a los pecadores de mil maneras distintas, sino muy pocas figuras, casi con una sola como protagonista: el condenado en primer plano que apoya la cabeza en la mano con gesto de desesperanza.
Detrás de él, una roca amenazadora está iluminada por los fuegos que arden detrás de ella, con lo que se subraya más su perfil sombrío y espantoso; este tipo de iluminación nocturna sí es muy habitual en sus representaciones del infierno. En los otros casos suelen ser edificios incendiados en los que se ve que el fuego viene desde abajo, como inspirándose en las entonces modernas armas de pólvora o explosiones, con lo que los infiernos que pinta el Bosco acaban pareciendo lugares de confrontación militar.